11.9.09

Nuestros vicios

Desde hace tiempo quería escribir un post sobre un horrible vicio que nos ahoga a los mexicanos: la informalidad. Creo que la primera vez que se me ocurrió hablar del tema fue en marzo, y desde entonces he visto tantos ejemplos tan penosos, que me han hecho pensar que el asunto es verdaderamente un problema inmenso. Y les advierto, lo que viene es un largo berrinche, si no están de ánimo o no son mexicanos, les recomiendo abstenerse.

Por informalidad no me refiero sólo que haya viene-vienes copando las calles, o gritones vendiendo cosas piratas en el metro, o que todo mundo llegue mínimo 20 minutos tarde, sino también a esa actitud mental en la que las reglas (escritas en la ley o dictadas por el sentido común) son para los demás y no para mí. En un día normal, la informalidad nos cuesta en tiempo dinero y esfuerzo: tener que dar tres vueltas para un trámite simple, comprar algo que se rompe a la semana, dar un gran rodeo por falta de letreros, etc... en un mal día, mueren 50 niños calcinados en una guardería, pero todo es producto del mismo vicio.

Muy seguido la cuadradez alemana me pone de malas, pero evidentemente prefiero vivir bajo un régimen rígido en el que uno sabe qué reglas aplican, que vivir en la inseguridad existencial de no saber cuánto trabajo te va a costar cualquier cosa o si se va a conseguir. Por supuesto que México no es el único país con ese vicio, es más, probablemente no sea el peor, siempre hay naciones Africanas para comparar y quedar "bien". Aun así, no voy a comparar nuestros hábitos nacionales con los de paises desarrollados, es tan inutil como compararnos con los Africanos, pero sí nos voy a comparar con un país que acabo de visitar y que nos es equivalente: Chile. No se si alguien me pueda explicar por qué los chilenos sí se pueden organizar aceptablemente a la hora de manejar sus autos, o de organizar el transporte colectivo de sus ciudades, o su aerolinea nacional. Por qué no agarran a pedradas las embajadas de paises a los que acaban de vencer en futbol. Por qué no les molesta seguir las reglas sociales y las leyes. ¿Dónde está la diferencia?.

También hay ejemplos de informalidad intelectual, de la hueva que nos da repasar procesos lógicos. Para el 95% de los mexicanos, no es posible que un loco idiota boliviano haya tenido una pésima idea para revelar una profecía, es obvio y claro que tiene que ser una fabricación del gobierno para distraernos (dos horas) de los aumentos de impuestos. Ignoremos todas las fallas lógicas que eso implica, para que molestarnos.

Y hablando de impuestos. Llevo casi diez años leyendo análisis de sencillos a detallados sobre todas las reformas que son necesarias para que la economía del país camine por un rumbo deseable. Cada vez que se propone una de esas reformas, un buen porcentaje de la población brinca y se opone a ellas (la de Pemex es el mejor ejemplo, había que salvar nuestra soberanía). Por otro lado, hay sólo tres maneras de cuadrar un presupuesto, a) se adquiere deuda, b) se aumentan impuestos, o c) se reestructura la recaudación y el ahorro con reformas de fondo. La "a" ya la probamos y fue un desastre, la "c" es imposible debido a nuestra clase política, así que sólo queda la "b". Nadie se molesta en seguir las conclusiónes lógicas de que si me opongo a la reforma de Pemex, me van a atorar con más impuestos, o que si no se toca la tasa del IVA, entonces va aumentar la del ISR y van a aparecer nuevos impuestos.

Nos quejamos amargamente de los privilegios de la clase política, pero no hacemos nada para pararlos. Nadie se ha ido a manifestar enfrente de la cámara (o circulado una petición, por ejemplo) para que no se le pagen 11,000 pesos por boleto a avión a cada representante. Es porque a pesar de que nos enfurezca, siempre acabamos con "pero es que aquí así son las cosas", "asi somos los mexicanos", "no hay para donde hacerse". Juanito es un excelente símbolo de lo poco que nos importan las reglas y procedimientos, existe porque lo permitimos.

Las cosas no van a cambiar en México (a un ritmo razonable) a menos que seamos concientes de la informalidad que nos envuelve y la combatamos. Hay mucho que hacer, pero nuestra primera meta debería ser deshacernos de Elba Esther y todo lo que ella implica, que los niños y jóvenes no adquieran nuestros vicios. ¿Cómo nos deshacemos de la maestra?.

6 comentarios:

v g m dijo...

Se me ocurren dos o tres cosas para Elbita dignas de tan fina dama, pero tu blog es clasificación A, asi que mejor le paro.
Es muy polémico desde el preguntarse de donde viene, es clásico tema de conversación en reuniones de amigos o familia y hay libros sobre eso, seguro haz leido a Paz o Fuentes...
Lo único que estoy segurisimo es que la gente no reaccionará hasta que verdaderamente tenga el agua al cuello y aun no tocamos fondo, va mas allá de crisis económicas o de nuestra clase política, es tan grande y complejo que da miedito pensarlo.

Anónimo dijo...

Equivocaste de país. Visitar un país por tres días o una semana no te hace conocedor de la situación real. Chile tiene muchos problemas de burocracia, es bastante parecido a México y mucho de ese sistema Big Brother que tienen se lo deben a Pinochet. Seguro sólo viste la cara bonita, pero lo cotidiano se asemeja a México. Por ejemplo, para poder recibir tu sueldo (seguro que no en todos los casos, pero esta empresa así lo requiere), necesitas una cuenta en un banco (ya sea una "cuenta corriente" o una chequera electrónica). Pero si eres extranjero, con menos de un año de residencia en el país, no puedes tener una cuenta corriente (eso dicen las leyes, aunque tengo conocidos, extranjeros, que obtuvieron su cuenta corriente sin tener un año en el país por tener influencias o contactos), así que sólo puedes tener una chequera electrónica. Y ello es especialmente incómodo en ciertas situaciones: si quieres comprar un boleto de avión, no puedes comprarlo por internet porque las chequeras electrónicas no son VISA. Si vas a la agencia de viajes, tampoco puedes comprar un boleto porque no tienes una cuenta corriente, así que tienes que pagar en efectivo. Esto aplica para cualquier tipo de pago.

Por otro lado, no apedrearán embajadas, pero los estudiantes apedrean policías y carros y todo lo que se encuentre a su paso para recordar la muerte de Salvador Allende. No necesariamente en Santiago, pero sí en algún poblado costeño. Y el transporte público en tal poblado no es la octava maravilla como en Santiago.

Eva dijo...

Para Anónimo: gracias por comentar. Va la aclaración. Por falta de espacio no pude poner todos los elementos de mi comparación con Chile, pero los que me rondaban la cabeza eran tres. 1) estadísticas económicas y sociales, Chile tiene los mejores números en latinoamérica; 2) en el almuerzo que tengo semanalmente con latinos de varios paises, los chilenos parecen estar mucho más contentos con su país y sus reglas que los demás (pero claro que tienen quejas); y 3) he visitado otros paises en latinoamérica sólo por unos días, y la vibra que se siente al andar por ahi, en ciudades capitales, es muy distinta. La 2 y la 3 son totalmente subjetivas, pero la 1 no lo es. Claro que Chile tiene problemas, pero ha logrado resolver algunos asuntos de manera satisfactoria (igual que Brasil). No entiendo por qué los demás no podemos seguir esos ejemplos en las partes que funcionan bien.

Poc dijo...

Existe un problema antropológico en los mexicanos derivado o heredado de la pobre cultura socio-política de los españoles que estuvieron un rato aquí. Vicios vicariales que siguen existiendo y que son visibles en cada esquina, que aquí solemos resumir con una sola expresión: la corrupción (habilidad que, por cierto, los chilenos no tienen). El lugar común dice que todos somos corruptos y la realidad lo refrenda a cada paso. No se nos mueve un pelo para dar una mordida o para usar equis influencia que nos permita acceder a un servicio o algún privilegio sin demasiado esfuerzo. ¿Que estamos hartos? ni qué decirlo, hasta la coronilla, pero sabemos que ir a gritarles a su búnker de diputados no tiene ningún sentido práctico, ni tampoco gritarlo a los cuatro vientos porque aquí el viento (tenemos frases para todo), nos hace lo que "el viento a Juárez"; ¿guerrilla? ridículo, duraríamos dos horas en armas; huelgas de hambre... ¿más? Hoy por hoy, la única herramienta ciudadana es el voto, la famosa democracia que con tristeza vemos cómo la manejan y manipulan los partidos y los organismos electorales, pero es lo único sensato y civilizado que nos queda (además del llanto, claro). Y antes de acabar de decirlo me pregunto ¿pero qué sentido tiene?

Anónimo dijo...

Gracias por contestar, me queda más claro ahora.

En México es una combinación, una de las peores posibles, de factores que conspiran contra el avance. Sean gobernantes corruptos, o nefastos, o un séquito de políticos con vicios priístas. También los ciudadanos, una mala educación, tal vez un desasosiego que se hereda como memoria colectiva, un no creer en las instituciones y en creer en 'quien no transa no avanza'. Pero esto es un análisis superficial y anecdótico. ¿Cómo avanzar contra un establishment? Se necesita un líder. Una revolución. Un nuevo aire.

Por cierto, en Chile hubo violencia entre ayer y hoy. Tres muertos, al menos, y cientos de detenidos. ¿Por qué esa violencia? Se me escapa de las manos el por qué.

Antonio Noyola dijo...

He estado muy ocupado, y hasta hoy actualicé mi lectura de tu blog. Los comentarios precedentes son muy interesantes, en particular el del amigo chileno. He estado en Santiago y en otras poblaciones chilenas dos veces, y me ocurrió lo mismo que a ti, establecí comparaciones entre la conducta de la gente en la calle en Chile y en México, y la comparación fue desfavorable para nosotros. A pesar de Pinochet y sus secuelas, lamentables en la esfera política, los chilenos poseen la cultura democrática más avanzada de Iberoamérica, y una clase política, con serios defectos desde luego, pero capaz de establecer alianzas duraderas y discutir sus diferencias con civilidad. El problema de México es precisamente una cultura política autoritaria, patrimonialista, corrupta e irresponsable que permea a toda la población, beneficia a los políticos y las corporaciones públicas y privadas. A un tiempo, los mexiicanos somos víctimas y cómplices de un sistema político podrido. Sospecho que la crisis actual será vista en el futuro como el principio del fin de ese sistema.